Un libro de "comedia picaresca" que retrata la vida pintoresca de la ciudad de México, por ahí de los años 60´s, me dio pie a reflexionar acerca de lo que tiene la noche de especial para sentirnos los dueños de la misma. Tal vez sea porque nuestro anonimato persiste, se mantiene constante... "en la noche todos los gatos son pardos ¿que no?... pero aún así­, es la oscuridad mi mejor cobija cuando deseo abrigarme de la espontaneidad y colorido del dí­a.
Lo mejor de todo es que la compañía de la noche es la mas discreta, la luna, que con su abrazo de tenue luz te dice: -aquí estoy- y termina por ser el testigo de amores, crímenes y confesiones. Aunque tal vez este agotada..., agotada de ser la guardiana de tantos secretos y juramentos de amor eterno, sabe perfectamente quien los cumple y quien no y lo comenta a los cuatro vientos para hacérselo saber a su hermano sol; quien con su luz te señala como traidor. Así es como juegan todos los dí­as, así es como te abrazan de dí­a y de noche.