Al momento en que me avisaron de que iba a ir en la Malinche jamas comprendí lo que es subir una montaña (ojo! no cerrito).y lo tomé con mucha calma, tanto que no hice mi mochila como debiera y por lo tanto olvidará lo indispensable: ropa abrigadora, bebidas energetizantes y demás stuff vital. Sin embargo esto no hizo que la experiencia no fuera grata, al contrario, lo tomé como una anécdota chistosa; ahora que deja de serlo una vez que empiezas a subir y el aire se empieza a hacer más y más frío y peor aun cuando te recorre la espalda sientes como si te golpearan con una lámina de metal.
Conforme íbamos subiendo las cosas se iban poniendo pesadas y es que debo de recordar que el alpinismo no es mi profesión real sino adquirida; el aire empieza a faltar (maldito asma), los músculos de las piernas se agotan y empiezan a faltar y lo peor: los arenales!!! malditos espacios de tierra removida en donde dabas tres pasos y retrocedías dos.
Fueron tres horas de ascenso hasta la "pre-cima" (llamada así porque ilusamente veía a la verdadera muy cerca.. error!) y apartir de ahi venía lo bueno. El último trayecto se componía de arenales y finalmente de grandes rocas que pareciera estaban acomodadas con el mejor de los cuidados y que al más mínimo movimiento haría que se vinieran encima de uno.. pero afortundamente no fue así y venciendo el cansancio, miedo a la altura, sed y al sol, llegué hasta lo más alto, para darme cuenta de lo pequeño que a veces podemos llegar a ser.
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Chida la pic
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