Empieza la semana y yo no quiero, ni hablar, no soy muy bueno controlando el tiempo, pero aquí vamos. El fin de semana pasado me fui de campamento a Totolapan en el estado de Morelos y al levantarme sentí como si una manada de elefantes me hubiera pasado encima, mi cara esta tan roja como si un tragafuegos hubiera escupido al frente de mí, la espalda, como si hubiera dormido en las jorobas de un camello, los pies duelen como si hubiera sido yo quien fuera el faquir que tuviera que caminar sobre la cama de clavos.
Realmente estoy todo molido y con mucho quehacer para mañana, la verdad no se si termine y mucho menos si lo haga bien por semejante estado corporal, pero no me queda de otra si es que quiero salir bien.
¿No sueno muy bien verdad? pero como decimos por aquí: la función tiene que continuar.
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