Eran las 7:30 de la noche en la sabana africana; me encontraba pecho tierra entre los pastizales pero no porque estuviera herido o en agonía, al contrario, tenía que estar sin moverme para no ser descubierto por una manada de leones que se encontraban de cacería esa tarde. Cual centinelas, la manada se encontraba vigilando a las cebras que atravesaban sus territorios para llegar al lago que esta justo del otro lado. Así pues, con su porte y habilidad, se abalanzaron contra los "caballos a rayas". La víctima fue una cebra enferma que tuvo la suerte de ser devorada entre los cachorros en menos de veinte minutos. Los leones en ésta época del año se vuelven más hostiles que de costumbre debido a la falta de comida, por lo que cualquier ruido o molestia a su zona sería castigado como desayuno a la mañana siguiente; así que tenía que estar aguantando la respiración de vez en cuando para hacer que mi corazón latiera más despacio y mitigar el más mínimo ruido; realmente me era un tanto imposible pues entre el sudor de mi frente y mi leve respiración, hacía sumamente difícil la tarea de quedar inmóvil.
La quietud de ese momento se vio interrumpida por el bramido de una mujer que desde el árbol se lanzó sobre el lomo de uno de los cachorros. Semejante provocación hizo que un macho melenudo la separara de su cría con un zarpazo en la cara que la aventó a un metro de su cría. Siguiendo con los ataques, el león se le aventó a la mujer con lo cual inició una lucha jamás antes vista entre semejante fiera y delicada diosa. La chica tenía su cabello del mismo color de los felinos, probablemente eso haya sido la causa por la cual haya tenido semejante demostración de valentía y sobre todo la fuerza para haberse puesto de pie y habérsele enfrentado a la pareja de felinos. Con una simple daga, y después del forcejeo entre el macho y ella, la mujer se encontraba frente a ellos, mirándolos a los ojos fijamente y con la respiración entre cortada para estar lista ante cualquier desafío. De la nada, el macho que se encontraba a su derecha, dio un brinco que iba en dirección a la cabeza de la chica, pero ella hábilmente (pues se veía que tenía experiencia con aquella arma) le enterró la daga en el abdomen del león doblándolo inmediatamente del dolor. La hembra al percibir semejante escena corrió en dirección a la mujer para salvar el honor de su pareja, pero fue inútil, la chica la detuvo con solo estirar su mano y mirándola fijamente a los ojos y como arte de magia, se mantuvo en su lugar, se sentó y empezó a ronronear cual gatito de un mes.
Desde aquél momento tengo una domadora de leones en el circo, que cuando no se encuentra enfrentándose a tan temibles bestias, la pueden encontrar en el carrusel del circo sobre su tradicional conejito. Su nombre es Ágata y es parte del Black Circus.
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